miércoles, 16 de enero de 2013
La escuela ha desempeñado históricamente la función de posibilitar el acceso privilegiado a la
información, ocupando con ello un lugar esencial en la sociedad. Sin embargo, los desarrollos
sociales, científicos y tecnológicos que desde el siglo XX se vienen dando, han generado un
nuevo escenario con múltiples y diversas fuentes de información, evidenciando con ello la
necesidad de que la escuela y sus docentes cambien su rol como formadores de individuos.
En consecuencia, suministrar información ya no es una práctica docente relevante en la escuela,
como sí lo es ayudar a desarrollar competencias para que las personas comprendan el mundo que
los rodea y aborden los problemas propios y del contexto de forma colectiva, fomentando el
desarrollo de estructuras de pensamiento que favorezcan la reflexión y la acción pertinente y
oportuna. En consecuencia, es redefinir la escuela, ya no como espacio de transmisión de
información sino como espacio de construcción de conocimiento, donde no sólo se reconozca la
lógica científico-tecnológica, sino también el saber propio de otras culturas y organizaciones.
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